Nada como un gallo mañanero

Escucho el mar desde mi cama. 
Distingo la ola cuando rompe en la orilla de cuando vuelve despacio a su lugar. Imagino el revoltijo de agua, espuma, y todos los bichitos volviendo a esconderse bajo la arena. 

Y un gallo canta en el patio del vecino. 

No vivo frente al mar. 
Ni a una cuadra. Ni a dos. 
Pero hay nada más que un gallo despierto en este barrio. 

Él, canta. 
Yo, escucho.
El mar vive.

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