Quien reconoce su unicidad, quiere compartirla

 18 de julio es un pueblo, una avenida, una fecha patria, un día de un mes cualquiera. Pero lo que interesa aquí es la existencia de este pueblo de Rocha, cercano al fuerte de San Miguel. Estoy en él y veo cómo es. 

Lo conocí hace tiempo por una casa muy barata llamada "La casita pintoresca", que estaba a la venta. (En Google Maps la puedes ver, aunque ya no está a la venta). Entre las calles que rodean la plaza principal de este pueblo no hay iglesia, pero sí la más grande colección de búhos que conozco.

La casa es de ladrillo. Sin revoque. De ventanas altas, con un sillón de barbería tapizado en verde, en la esquina del Club Social. 
Atrás del sillón, apilados en una estantería estrecha que se apoya contra una puerta, los búhos están sobrepasando los límites, si quieres corroborar.

"Quienquiera que crea que su propia vida y la de sus semejantes está privada de significado, no sólo es infeliz, sino apenas capaz de vivir", escribía Einstein. 

No me animo a tan categórica afirmación, pero sí a reconocer que cada uno, donde sea que esté, tiene destellos de unicidad que lo vuelven maravilloso. 
Y los que se animan a exponer esa unicidad exponiéndose a sí mismos -como el coleccionista de búhos-, son los que uno recuerda fácilmente.

  

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