Tolerar lo intolerable no es el camino
Escribo esto después de darme cuenta ayer de por qué mi cerebro no encuentra la casa que me gusta. Y desde esta posibilidad de aprender que permiten las situaciones incómodas, voy a contarte qué aprendí hoy: No la encuentra porque me convencí de que aún no es el momento de vivir en ella.
De esta manera, sin darme cuenta, me obligo a mí misma a tolerar lo no deseado. Y ocurre como te cuento aquí:
La vida no es un proceso
Proceso, vayamos a la palabra: es la acción de ir hacia adelante. Implica transcurso de tiempo, una serie de fases sucesivas hasta llegar al punto final.
Con respecto a cómo es la vida, cuando niña aprendí como funciona: uno nace chiquita, crece de a poquito, se vuelve adulta y muere. En el medio pasan cosas: tener amigos, criar hijos, trabajar, pasear.
Cualquiera se da cuenta de que la vida no funciona así. Hay seres que mueren incluso apenas nacen. Y otros que pasan la vida sin cumplir las etapas que supuestamente debían transitar. La vida es ahora, en este preciso momento en que actúo escribiendo y tú, que lees, en el ahora en que actúas leyendo. No hay más que este momento.
Esta mirada lineal, procesual de la vida, me lleva a percibir que hay una gradación: si paso ciertas etapas llegaré a otra realidad. Lo cual anula lo que vivo ahora, soñando que en un futuro también esto pasará.
Mientras crea que es proceso, espero otro final
Cuando -aunque no de forma consciente- me baso en la creencia de que la vida es un proceso, proyecto que en un futuro lograré lo que ahora no vivo. Por ejemplo, si esta casa se llueve y debo mudarme, basta que encuentre una que no se llueva y listo.
Mis y listo producen resignación, no calma. Es un ahora no me queda otra que esperar que esto cambie en el futuro.
Sin darme cuenta, elijo tolerar cosas que no quiero esperando que algo cambie en el futuro.
Esto, cuando como en mi caso es una conducta automatizada de años de no darme cuenta, genera una manera de vivir no consciente del dolor que me produzco a mi misma. Y se traduce en un continuo tolerar cosas que no toleraría que vivieran las personas que quiero.
Es muy loco lo que estoy descubriendo, y todo por buscar una casa que mi cerebro no encuentra.
Actuar de otra manera aunque no lo vea necesario
Seguramente lo que vivo tiene una explicación psicológica que no la sé y algún profesional podría dármela. Sin embargo, por experiencia sé que saber no basta. Ya no me interesa la razón última de mi excesiva tolerancia a lo intolerable. Lo que estoy aprendiendo -y por eso descubro estas cosas- es a actuar de otra manera.
Paso a paso, desde esta realidad absurda que hoy descubro, realidad practicada durante toda mi vida (en mayor o menor grado), transformo mi conducta de ahora. Y la dejo en evidencia, sin vergüenza de lo que hoy soy.
Por ejemplo ayer, después que descubrí que mi cerebro enfoca en lo que puedo pagar, hice cierta locura. Fui a ver una casa que tenía muchas de las condiciones que quiero -incluido el precio- pero el tamaño no era apropiado. De todas maneras fui, y la rechacé porque era muy pequeña.
Pero el resultado no fue lineal como predecía mi creencia infantil. La muchacha me recomendó otra, que no estaba publicada. Y mientras la veíamos comentó que tiene una propiedad a la venta cerca del mar a un precio al que no llegan mis ahorros. Y tal vez porque el foco de atención se alejó del no te alcanza el dinero, mi cerebro encontró una propuesta válida y posible que ahora analiza el propietario. No sé si aceptará, y ese es otro tema.