Volver a empezar

Necesité darme cuenta para poder ver lo que sucedía en mi vida. Y, entonces, pude volver a empezar.

Cuando digo darme cuenta no creas que un día sucedió algo extraordinario que quitó la venda de mis ojos. No. Suelo transitar la realidad por un lado rebuscado y analítico. Mi darme cuenta lo vine a reconocer hace realmente poco, atendiendo a cómo viví . 

Arrastro, desde años, vivencias laborales, personales, familiares, que dieron paso a la sospecha de esto no está bueno para mí. Pero no era consciente realmente de nada. 
La falta de sentido acumulaba presión en algún sitio y de vez en cuando estallaba en unas ganas inmensas de cambiar. Y cambiaba  algo. O reformaba. O abandonaba. 
Las cosas parecían mejorar y podía nuevamente funcionar adecuadamente en la sociedad.

Estos últimos dos años ocurrieron hechos duros en mi familia. No pude transmutarlos en otra cosa para hacer como que todo está bien. Realmente quise hacerlo, pero no me dio resultado.  

El primero fue en diciembre del 2020, y quedé paralizada sin entender ni saber cómo ayudar. Instintivamente actué como me dictaba el corazón: llamé, pedí ayuda, derivé, encaucé el río, y pasó la crisis. 
Pero mi vida nunca más sería como era mi vida. 

En marzo del 2021 me jubilé. 
Usar el tiempo que antes dedicaba al trabajo para renovar mi realidad, dio la posibilidad de crear nuevos como que todo está bien. Me dediqué de lleno a las artesanías, a pasear, a visitar gente, y en septiembre del 2021 ocurrió otro evento familiar que derribó mi intento de recuperar la normalidad.

Mi realidad era que hacía años no sabía quién era. Vivía eficientemente hacia afuera haciendo, hablando, actuando. No sabía qué me movía, cuál era el sentido de mi vida. 

Tomé como míos los deseos que en mi entorno se consideraban necesarios para estar bien: ser buena en el trabajo, tener vida espiritual, una familia, un hogar, amigos, dinero, calma. Y no eran cosas malas, pero no quitaban la sensación de no saber para qué hacía lo que hacía, de no sentir.

Todo me daba igual, aunque actuaba eficientemente. 

Volver a empezar tampoco fue de un día para el otro. La verdad es que tiendo a actuar como siempre actué: escapando, desconectándome de lo que duele, esas cosas. Aún así, sabiendo que esas maneras de enfrentar la vida forma parte de mi realidad, me veo construyendo algo nuevo para mí. Algo muy parecido a una nueva realidad. Y todo porque estoy aprendiendo a darme cuenta de cómo actúo para evitar el presente, el único momento en que puedo saborear lo que es. Y, en ese momento de aceptación, me animo a actuar según cómo quiero que sea. 

En unos años veré lo que hoy hago como algo natural, pero ahora me exige estar atenta al presente. 



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